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UN AÑO SIN TI

    Carta a mi esposa que está en el cielo  Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te escribí. Se lo mucho que te gustaba que lo hiciera y se como atesorabas cada palabra que te decía.  Te amaré bajo la lluvia, la luna es testigo de nuestro amor y te amo de aquí hasta el infinito, eran algunas de las frases que solía remarcar en esas cartas.  Hoy pienso en cómo debería empezar. Tal vez pidiendo perdón porque di por sentado que estabas conmigo y quizá no había necesidad de escribirte otra vez. Sin embargo, hoy quiero hacerlo, quiero expresar lo que siento y aunque sea locura, aunque la leas o no, me da tranquilidad saber que al menos lo hice por última vez.  Sobra decir que te extraño porque sé que lo sabes. Sabes que las lágrimas que he derramado por ti no podrán ser medidas. Y sabes que te amo y que nada que pase acá abajo hará que te deje de amar como lo hago. Tal vez ya no pueda verte o abrazarte, pero te envío este mensaje al cielo para recordarte todo mi amor .  Sé que est

Nada es especial sin ella: ¿cómo manejar la dependencia emocional?

Los días solían ser más felices cuando tenía la compañía de mi esposa, aquella que falleció hace algunos meses. Cuando ella estaba, las mañanas se hacían más cálidas. Dormir no era un problema. Tener a alguien a quien abrazar era un alivio cuando los problemas me rodeaban. Las caricias, los besos, las carcajadas… ¿dónde estaba todo aquello ahora? La dependencia emocional se había apoderado de mí.

Dependencia emocional
 

Cada momento de mi existencia se volvía vacío. Era como si no hubiese nada que lo llenara. Cada paso que daba, era como si su memoria estuviera arrastrándome hacia ella.

 

Sus imágenes constantes en mi cabeza, aquellos momentos lindos y algunos no tanto, llenaban mi mente como un enorme huracán que no me permitía estar concentrado en lo que hacía. 

 

Era como si existiera una dependencia emocional hacia ella, entendiendo que se trataba de un apego afectivo o sentimental.

 

Aunque  los síntomas no me catalogaban con un trastorno, sí sabía que había una fuerte necesidad de ella. El malestar y la falta de control me ponían en una condición psicológica que me llevaba a someterme a sus recuerdos y la necesidad de tenerla a mi lado. Mi felicidad y mi vida dependían de ella y se hacía cada vez más fuerte a medida que pasaba el tiempo y no al revés. 

 

¿Cómo trabajar la dependencia emocional para intentar ser feliz?

 

Los lazos que me unían con mi esposa fallecida eran muchos. Nuestras hijas, nuestros sueños, nuestra vida juntos. Nunca nadie había logrado conectar emocionalmente conmigo para luego sentir la verdadera intimidad y la complicidad. 

 

Ella me hacía sentir comprendido, aceptado y realizado. Estos son anhelos que la mayoría de las personas tenemos. Queremos que alguien sea consciente de nuestros sentimientos y necesidades.

 

Bien, al no estar ella, sentía que mis emociones no estaban siendo suplidas y validadas, por esto tanta necesidad de tenerla conmigo. 

 

No sabía cómo deshacerme de esta dependencia emocional y simplemente dejarla atrás, como muchos me sugerían. No sabía cómo pasar la página sin olvidarla y sin que me doliera. Sentía que todos esos momentos compartidos, la seguridad y felicidad que ella me brindaba, era algo tan lindo a lo que debía aferrarme, así que odiaba la idea de dejarla ir.  

 

El proceso de aceptar su pérdida, de decir adiós, se hacía cada vez más complicado. ¿Cómo podría hacerlo? Cómo decirle adiós cuando en realidad lo que quería era que volviera y sentir de nuevo ese pedazo de felicidad que ella me había regalado?

 

Mis hijas la necesitaban, yo la necesitaba, nuestra vida la necesitaba, pero transcurrían los días y ella ya no estaba. Era una dura realidad a la que teníamos que enfrentarnos a diario.

 

¿Mi dependencia emocional era un proceso normal del duelo por pérdida?

 

Normalmente los duelos por pérdida de un ser querido, tienen factores de riesgo que te pueden llevar a vivir un duelo patológico. Se trata de ese duelo crónico que no te deja aceptar que la persona amada se fue. 

 

Lea tambien: Estoy viviendo un duelo patologico?

 

Yo estaba seguro de que mi duelo no era patológico. Sin embargo, mi dependencia emocional hacia ella y el deseo de verla, era algo que siempre me llevó a pensar que no estaba aceptando su pérdida. No la había dejado ir y si no lograba alcanzar el desapego, mi empeño por aferrarme a su recuerdo me iba a empujar a un duelo patológico. 

 

Como psicólogo entendía muy bien que lo mejor era elaborar la pérdida de mi esposa. Era un proceso cognitivo, emocional y espiritual, que tal vez iba a tardar bastante tiempo. Quizás lo manejaría a un ritmo lento, donde el dolor de su ausencia se tenía que transitar y solo había una forma vivirlo y esa era atravesándolo. 

 

Dentro de ese proceso de elaboración había algo indispensable por hacer. Lo sabía y entendía. Estaba seguro además de que iba a ser doloroso. Eso tan difícil que debía afrontar era decir adiós. Mis terapeutas me decían: “cuánto te sientas listo, pero hay que hacerlo”.  

 

Sentía que nunca iba a ser capaz. Sentía que decir adiós era olvidarla o dejarla atrás. Me tardé mucho tiempo en entender que su recuerdo permanecería en nuestros corazones y que no desaparecería así por así al decir adiós. Tardé en entender que sus memorias y su vida hacían parte de mi y eso me había ayudado a ser quien soy.

 

Nada podría borrar que ella era la mamá de mis hijas. Mi mejor amiga, confidente y esposa a la que amaría por siempre. Además, nuestras hijas día a día iban tomando algunas similitudes de mamá y eso nos iba a acompañar por el resto de nuestras vidas.   

 

Había una barrera para decir adiós

 

Mi postura era rígida ante la opción de cambiar. Tenía miedo de olvidarla. Existía algo en mí y eso era la resistencia al cambio. Se trataba de un mecanismo normal de defensa que yo estaba asumiendo por miedo a olvidar nuestra vida juntos, por miedo a aceptar el cambio en mi vida, donde ella no iba a estar presente. Donde tenía que aceptar que mi familia era un hogar sin mamá.

 

La carga emocional por mis hijas eran los pensamientos que más me acechaban. ¿Cómo voy a hacer sin mamá? Me preguntaba. La negación es una etapa del duelo en la cual la postura rígida es una condición normal y como hablo en uno de mis blogs podemos saltar entre etapas, pero la negación era una en la que quería arraigarme, para evitar afrontar el dolor de decir adiós. 

 

Prefería vivir en la zona conocida, continuar haciendo las cosas a nuestra manera. Seguir con nuestros hábitos y desde luego esta actitud traía dolor, porque ella ya no estaba y todo se convertía en algo que carecía de sentido.

 

Este cambio era exigente. Requería hacer las cosas de forma diferente, pero al final la transformación y superar la dependencia emocional iba a traerme más ganancia que pérdida. 

 

Preparándonos para decir adiós

 

El adiós es una forma de desapego emocional. Entendí que la dependencia se había creado por causa del apego que tenía hacía mi esposa fallecida. Ese apego creaba la idea de vinculación eterna, donde mi felicidad y mi seguridad estaban ligadas a esta persona. 

 

Sin embargo, también entendí que ese apego era algo que me llevaba a pensar solo en mí, ya que su vida era la que traía satisfacción a la mía. El amor era quien debía predominar en este caso y este sentimiento, es el que nos brinda la libertad y nos deja continuar.

 

En este caso el apego estaba vinculado a la costumbre de pensar siempre en ti mismo y en cómo esa persona te beneficia. Comprenderás que esta forma de ver y sentir las cosas, tenía que acabar. 

 

Así que la difícil tarea de decir adiós iba a ayudarme a entender que mi vida tenía que continuar. Que soltar muchas veces no es olvidar. Más bien se trata de un acto de valentía al reconocer que esa persona no puede interrumpir más en el ciclo de mi vida, que en este caso no había terminado. Coraje al entender que su ciclo conmigo había concluido y que su ciclo terrenal había llegado a su fin. 

 

Así que la mejor forma para poder continuar con nuestras vidas luego de la pérdida de un ser amado, es cerrando ciclos. Debemos desapegarnos emocionalmente de esa persona que falleció y para esto es necesario un adiós.

 

Es el proceso cognitivo de entender que la persona que se fue dejó de existir en este mundo terrenal. Es un proceso emocional mediante el cual debo desligarme de todas esas heridas que me aferran a ella. Donde comprendemos que todos los momentos lindos que vivimos junto a la persona amada y su memoria, contribuyen a transformarnos en quienes somos ahora.

 

Este es también un proceso espiritual, en el que entiendes que tu esposa fallecida o esa persona amada que nos dejó, vive en un mundo diferente al tuyo y llegará el momento donde podremos compartir junto a ellos otra vez. 



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PSICOLOGO, VIUDO, PADRE DE DOS NIÑAS


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